Es un proceso por el cual se introduce un anestésico en las cercanías de uno o varios nervios. Esta sustancia produce un bloqueo temporal de la información de dolor que va hacia el cerebro. Como consecuencia, la función sensitiva o motora de las fibras nerviosas queda transitoriamente inhibida en el lugar de administración del anestésico, o bien en el área inervada por las terminaciones nerviosas en cuya vecindad se aplica. De esta manera nos permite trabajar en la boca del paciente sin dolor.

Los anestésicos locales en odontología son relativamente seguros puesto que las dosis de anestésicos quedan muy lejos de las dosis tóxicas en una persona sana. Así mismo, la estandarización de las soluciones anestésicas en calpules, que van preparados con la dosis de anestésico necesaria para la mayoría de las intervenciones de rutina, hace menos sensible la técnica al operador.

Existen tres tipos de anestesia dependiendo del nivel sobre el que actúa el anestésico:

• Tópica: se produce por contacto, y anula las terminaciones de los corpúsculos sensitivos y gustativos.
• Infiltrativa: también llamada terminal o periférica, obtiene la supresión de la sensibilidad a nivel de los órganos sensitivos y ramos terminales periféricos de una manera poco extensa, aunque profunda. La técnica infiltrativa es la más utilizada en el maxilar superior, ya que por ser un hueso esponjoso permite mejor la difusión de la anestesia. En la mandíbula se utiliza en el cuadrante anterior por ser el hueso un poco menos cortical que en las demás zonas mandibulares.
• Troncular: también llamada regional o de conducción, actúa a nivel del tronco nervioso sensitivo (troncular) o sus ramas secundarias (regional). En mandíbula es la anestesia de elección, aunque dependerá de lo que vayamos a hacer en cualquier zona.